COMENTARIO: Dos cambios climáticos que China y EE. UU. deben afrontar
  Spanish.xinhuanet.com | 2021-04-22 13:48:43

BEIJING, 22 abr (Xinhua) -- El cambio climático representa una amenaza existencial para la humanidad y exige una respuesta colectiva de todos quienes habitan el planeta, en particular de parte de Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo.

Sin embargo, ese no es el único desafío climático a enfrentar para los dos países. Mientras que la temperatura promedio de la Tierra se eleva a niveles peligrosamente altos, las relaciones China-EE. UU. continúan registrando temperaturas alarmantemente bajas. Dicha ominosa tendencia también requiere atención urgente.

Ante el calentamiento global, con olas de calor, incendios forestales, terribles huracanes y enfermedades infecciosas que azotan al mundo con una frecuencia y gravedad cada vez mayores, parece que se está construyendo una dinámica renovada para la acción internacional.

En China, que ya es líder mundial en el desarrollo de energías renovables, el presidente Xi Jinping se ha comprometido a que las emisiones de CO2 de su país alcancen su pico antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono previo al año 2060, lo cual representa una ambición de proporciones épicas. Significa que el país en desarrollo más grande del mundo completará la mayor reducción global de emisión de carbono en el menor tiempo posible en la historia mundial.

Mientras tanto, China también ha sido un defensor inquebrantable de la cooperación climática internacional y el desarrollo ecológico global. En una reciente cumbre virtual con el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel, Xi enfatizó una vez más la disposición de China para fortalecer la cooperación con Francia y Alemania, así como la cooperación Sur-Sur para hacer frente al cambio climático.

Y a medida que la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha convertido en la plataforma de cooperación internacional más grande del mundo, Xi, en un discurso de apertura pronunciado el martes por video en la ceremonia de apertura de la Conferencia Anual 2021 del Foro de Boao para Asia, reafirmó la determinación de China de "hacer verde una característica crucial de la cooperación de la Franja y la Ruta".

En Estados Unidos, el mayor emisor acumulativo de gases de efecto invernadero del mundo, el viento finalmente ha comenzado a soplar en la dirección correcta nuevamente. Para alivio del mundo, el presidente Joe Biden ha hecho que EE. UU. vuelva al Acuerdo de París. En caso de que su plan para mejorar la infraestructura por 2,3 billones de dólares sea aprobado por el Congreso, se convertiría en uno de los mayores esfuerzos federales para frenar las emisiones de Estados Unidos.

Otro elemento más alentador es que los dos grandes países han demostrado una fuerte voluntad de cooperar contra la amenaza común. Xi asistirá el jueves y pronunciará discurso en una Cumbre Virtual de Líderes sobre el Clima organizada por Biden, días después de que las dos partes reafirmaran su compromiso en ampliar la colaboración climática bilateral y su apoyo a la venidera COP 26 en Glasgow, durante una visita del enviado especial de Biden, John Kerry, a China.

De hecho, abordar la crisis climática brinda grandes oportunidades para la cooperación entre China y EE. UU., especialmente en impulsar un compromiso global con una recuperación verde pos-COVID-19 y desarrollar las tecnologías y fabricar los productos necesarios para desacelerar el calentamiento. Esto, a su vez, supone nuevas inversiones y puestos de trabajo.

Otra razón para el optimismo es que los dos países tuvieron una vez una sólida relación de cooperación sobre el cambio climático durante la Administración de Barack Obama, cuando Biden era vicepresidente. Su cooperación productiva fue la base del esfuerzo global que culminó en el Acuerdo de París. Ahora la única restricción para liberar todo el potencial es su fría relación.

Tres meses después de que Biden entrara en la Casa Blanca, las señales positivas siguen siendo pocas y muy alejadas de un deshielo general en lo que muchos consideran la relación bilateral más importante del mundo, ya que la nueva Administración estadounidense parece en gran medida reacia a abandonar la percepción equivocada y los cálculos de su predecesora sobre China.

De hecho, Washington está tan inmerso en su comportamiento unilateral y hegemónico que muchos temen que Estados Unidos manipule la crisis climática y la convierta en una excusa más para contener el desarrollo de China, como confabularse con algunos de los llamados aliados para presionar a China a establecer objetivos poco realistas de reducción de emisiones.

Si ese fuera el caso, esas maquinaciones no funcionarán. China es un socio dispuesto y sincero para la cooperación climática, pero no aceptará la intimidación climática. Defenderá resueltamente los derechos legítimos a su propio desarrollo y al de otros países en desarrollo. Dado que el cambio climático viene causado por emisiones acumulativas, las acciones climáticas deben basarse en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.

En lugar de permitir que el clima se convierta en un nuevo frente de fricción e incluso confrontación, Washington debería trabajar con Beijing para aprovechar la cooperación climática bilateral para compensar el déficit de confianza entre ambos y mejorar la atmósfera de sus relaciones en general. Es una expectativa entusiasta de la comunidad internacional que la cooperación climática repita la magia de la diplomacia del ping-pong.

Después de todo, los países grandes deberían serlo de una manera acorde con su condición y con un mayor sentido de la responsabilidad. Corresponde con su condición y con el momento crítico actual que Estados Unidos y China unan fuerzas de buena fe para hacer frente a ambos cambios climáticos.

 
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COMENTARIO: Dos cambios climáticos que China y EE. UU. deben afrontar

Spanish.xinhuanet.com 2021-04-22 13:48:43

BEIJING, 22 abr (Xinhua) -- El cambio climático representa una amenaza existencial para la humanidad y exige una respuesta colectiva de todos quienes habitan el planeta, en particular de parte de Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo.

Sin embargo, ese no es el único desafío climático a enfrentar para los dos países. Mientras que la temperatura promedio de la Tierra se eleva a niveles peligrosamente altos, las relaciones China-EE. UU. continúan registrando temperaturas alarmantemente bajas. Dicha ominosa tendencia también requiere atención urgente.

Ante el calentamiento global, con olas de calor, incendios forestales, terribles huracanes y enfermedades infecciosas que azotan al mundo con una frecuencia y gravedad cada vez mayores, parece que se está construyendo una dinámica renovada para la acción internacional.

En China, que ya es líder mundial en el desarrollo de energías renovables, el presidente Xi Jinping se ha comprometido a que las emisiones de CO2 de su país alcancen su pico antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono previo al año 2060, lo cual representa una ambición de proporciones épicas. Significa que el país en desarrollo más grande del mundo completará la mayor reducción global de emisión de carbono en el menor tiempo posible en la historia mundial.

Mientras tanto, China también ha sido un defensor inquebrantable de la cooperación climática internacional y el desarrollo ecológico global. En una reciente cumbre virtual con el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel, Xi enfatizó una vez más la disposición de China para fortalecer la cooperación con Francia y Alemania, así como la cooperación Sur-Sur para hacer frente al cambio climático.

Y a medida que la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha convertido en la plataforma de cooperación internacional más grande del mundo, Xi, en un discurso de apertura pronunciado el martes por video en la ceremonia de apertura de la Conferencia Anual 2021 del Foro de Boao para Asia, reafirmó la determinación de China de "hacer verde una característica crucial de la cooperación de la Franja y la Ruta".

En Estados Unidos, el mayor emisor acumulativo de gases de efecto invernadero del mundo, el viento finalmente ha comenzado a soplar en la dirección correcta nuevamente. Para alivio del mundo, el presidente Joe Biden ha hecho que EE. UU. vuelva al Acuerdo de París. En caso de que su plan para mejorar la infraestructura por 2,3 billones de dólares sea aprobado por el Congreso, se convertiría en uno de los mayores esfuerzos federales para frenar las emisiones de Estados Unidos.

Otro elemento más alentador es que los dos grandes países han demostrado una fuerte voluntad de cooperar contra la amenaza común. Xi asistirá el jueves y pronunciará discurso en una Cumbre Virtual de Líderes sobre el Clima organizada por Biden, días después de que las dos partes reafirmaran su compromiso en ampliar la colaboración climática bilateral y su apoyo a la venidera COP 26 en Glasgow, durante una visita del enviado especial de Biden, John Kerry, a China.

De hecho, abordar la crisis climática brinda grandes oportunidades para la cooperación entre China y EE. UU., especialmente en impulsar un compromiso global con una recuperación verde pos-COVID-19 y desarrollar las tecnologías y fabricar los productos necesarios para desacelerar el calentamiento. Esto, a su vez, supone nuevas inversiones y puestos de trabajo.

Otra razón para el optimismo es que los dos países tuvieron una vez una sólida relación de cooperación sobre el cambio climático durante la Administración de Barack Obama, cuando Biden era vicepresidente. Su cooperación productiva fue la base del esfuerzo global que culminó en el Acuerdo de París. Ahora la única restricción para liberar todo el potencial es su fría relación.

Tres meses después de que Biden entrara en la Casa Blanca, las señales positivas siguen siendo pocas y muy alejadas de un deshielo general en lo que muchos consideran la relación bilateral más importante del mundo, ya que la nueva Administración estadounidense parece en gran medida reacia a abandonar la percepción equivocada y los cálculos de su predecesora sobre China.

De hecho, Washington está tan inmerso en su comportamiento unilateral y hegemónico que muchos temen que Estados Unidos manipule la crisis climática y la convierta en una excusa más para contener el desarrollo de China, como confabularse con algunos de los llamados aliados para presionar a China a establecer objetivos poco realistas de reducción de emisiones.

Si ese fuera el caso, esas maquinaciones no funcionarán. China es un socio dispuesto y sincero para la cooperación climática, pero no aceptará la intimidación climática. Defenderá resueltamente los derechos legítimos a su propio desarrollo y al de otros países en desarrollo. Dado que el cambio climático viene causado por emisiones acumulativas, las acciones climáticas deben basarse en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.

En lugar de permitir que el clima se convierta en un nuevo frente de fricción e incluso confrontación, Washington debería trabajar con Beijing para aprovechar la cooperación climática bilateral para compensar el déficit de confianza entre ambos y mejorar la atmósfera de sus relaciones en general. Es una expectativa entusiasta de la comunidad internacional que la cooperación climática repita la magia de la diplomacia del ping-pong.

Después de todo, los países grandes deberían serlo de una manera acorde con su condición y con un mayor sentido de la responsabilidad. Corresponde con su condición y con el momento crítico actual que Estados Unidos y China unan fuerzas de buena fe para hacer frente a ambos cambios climáticos.

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