BRUSELAS, 10 abr (Xinhua) -- Europa registró el viernes otro triste récord en la pandemia de COVID-19 al superar el millón de muertos por la enfermedad.
La oficina regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó ese día más de 47 millones de casos, con 1.001.313 fallecidos, cifras que subrayan la gravedad de la crisis sanitaria en la región.
Detrás de los números hay enormes pérdidas humanas y económicas y mucha desolación. Lo que queda por delante es una batalla cuesta arriba cuya victoria depende de que haya una colaboración internacional más fuerte con verdadero respeto a la ciencia.
Cuando se produce el ataque de un virus tan contagioso y poco conocido, es crucial una estrategia bien orientada y basada en la ciencia para derrotarlo por completo.
Los países europeos han adoptado una serie de medidas para luchar contra la pandemia, como la realización de pruebas, el rastreo de contactos, la imposición de medidas de cuarentena, la prohibición de viajes y el confinamiento, al tiempo que han empeñado esfuerzos para obtener más vacunas.
Sin embargo, la propagación exponencial de la enfermedad, las variantes con mutaciones ventajosas y una mayor lentitud de la prevista en los programas de vacunación han complicado la batalla.
En un artículo publicado por "The Lancet" en enero, un grupo de 17 expertos médicos pidió un plan de acción paneuropeo para defenderse de las nuevas variantes, las cuales, advirtió, "podrían exacerbar rápidamente la crisis, mucho antes de que haya suficientes personas vacunadas".
Europa ha avanzado en la investigación. La región ha realizado trabajos innovadores, como el desarrollo de vacunas, la contribución teórica a la comprensión de la dinámica de la transmisión y la presentación de la teoría sobre control y evaluación de riesgos, como han señalado algunos científicos europeos. Sin embargo, advirtieron, la región debe hacer más para desarrollar una política común encaminada a reducir los contagios y mantenerlos bajos.
Los profesionales de la salud internacionales también han pedido a los políticos y a la sociedad que se comprometan con una estrategia europea basada en la vacunación, las zonas verdes, las pruebas, el rastreo y la cuarentena.
En esta era con un nivel sin precedentes de interconectividad, es más cierto que nunca que la humanidad comparte un futuro común. La cooperación es la única manera de que la raza humana supere esta crisis inédita.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha reiterado que "los dos ingredientes esenciales" para vencer el virus son la unidad nacional y la solidaridad mundial.
Para hacer frente a sus efectos devastadores, todos los países han llevado a cabo una coordinación transfronteriza a lo largo del año, compartiendo información sobre el control y la prevención de enfermedades, proporcionando ayuda médica a las personas atrapadas en el punto de mira de la pandemia y estableciendo el mecanismo COVAX para garantizar un acceso mundial equitativo a las vacunas.
Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes. Las estrategias de la comunidad global deben ser verdaderamente globales en su diseño e implementación.
Si está dividida, la comunidad no podrá vencer el virus, y esto es cierto no solo para el continente europeo, donde coexisten diversos valores e ideologías en un panorama multicultural, sino también para el resto del mundo.
La prevención y el control conjuntos a nivel internacional solo pueden realizarse si la comunidad mundial se compromete a trabajar de manera solidaria a pesar de las diferencias entre los países.
Los máximos esfuerzos de la comunidad internacional para aunar recursos y la sinergia mundial son dos factores imperativos, y representan la única manera viable de poner fin a la pandemia en Europa y en cualquier otro lugar del mundo.
Con solidaridad y cooperación y utilizando plenamente los recursos de la ciencia, la humanidad conseguirá que el coronavirus deje de seguir causando muerte y sufrimiento en todo el mundo.
