ESPECIAL: Del idioma chino a la informática, el camino de un niño cubano

Actualizado 2020-10-11 09:24:19 | Spanish. xinhuanet. com

CUBA-HABANA-ESTUDIANTE

LA HABANA, 10 octubre, 2020 (Xinhua) -- Carlos Reinier Velázquez (i), de 12 años, y estudiante de primer grado de secundaria, estudia idioma chino acompañado por sus padres en su casa, en La Habana, capital de Cuba, el 10 de octubre de 2020. A primera vista, Carlos Reinier Velázquez es un niño cubano como otro cualquiera, pero en realidad es una de esas personas afortunadas que desde pequeños tienen una inteligencia particular y una extraordinaria avidez de conocimientos. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 10 oct (Xinhua) -- A primera vista, Carlos Reinier Velázquez es un niño cubano como otro cualquiera, pero en realidad es una de esas personas afortunadas que desde pequeños tienen una inteligencia particular y una extraordinaria avidez de conocimientos.

El cierre de las escuelas de La Habana hace siete meses por la aparición en Cuba del nuevo coronavirus ha impedido que Carlitos, como lo llaman en casa y en el barrio, haya podido comenzar los estudios en el séptimo grado, el primero de la enseñanza secundaria en Cuba.

Sin embargo, el obligado confinamiento para cumplir con las medidas sanitarias aplicadas por el Gobierno, significó un tiempo para profundizar en asuntos que siempre motivaron a este niño de 12 años, amante de los idiomas, la informática y las artes marciales.

Seis meses antes del confinamiento, Carlitos comenzó a estudiar idioma chino en la Casa de las Artes y Tradiciones Chinas, una institución socio-cultural comunitaria ubicada en pleno corazón del barrio chino habanero.

"El estudio del chino fue una necesidad, porque cuando hacía algunas búsquedas en Internet sobre tecnología o programación, una buena parte de la información está en ese idioma", explica a Xinhua.

En la isla, el centro más avanzado en los estudios de idioma chino es el Instituto Confucio de La Habana, que cuenta con más de 900 estudiantes quienes reciben cursos de varios niveles, desde el elemental hasta el avanzado, tanto para adolescentes, a partir de los 14 años, como para los adultos, a partir de los 18.

Por la edad, el niño no puede matricular en esa institución y ahora, como tampoco puede asistir a las clases de idioma, repasa lo aprendido y emplea sus aún elementales conocimientos para intentar entender algunos textos simples que encuentra en la red de redes.

Precisamente con ese conocimiento, y algunas nociones de inglés, Carlitos aprovechó la plataforma RPG Maker MV para desarrollar un singular video juego en el que Soberana-01, la vacuna cubana, enfrenta a seis virus SARV-CoV-2.

"El día que anunciaron en la televisión que Cuba estaba desarrollando una vacuna contra el coronavirus me motivó la esperanza de que lo que hacen los científicos cubanos sirviera para derrotar a la enfermedad", rememora sentado ante la laptop en la que creó el juego.

Para llegar a su objetivo, el niño tuvo que estudiar toda la información pública disponible en la página web del habanero Instituto de Vacunas Finlay, responsable de la elaboración del fármaco cubano.,

El juego, llamado Soberana01 vs SARS-CoV-2 comienza cuando una persona estornuda en la calle y contagia a otra, lo que abre un escenario de batalla donde el jugador tiene que pasar por seis niveles de complejidad y en cada uno desintegrar al coronavirus.

Aunque la familia le pidió hacer un video juego sencillo, el niño se negó y le dio cierto grado de dificultad, "como es el enfrentamiento a la pandemia en la vida real", lo que obliga a jugar como mínimo media hora.

Carlitos, quien acaba de concluir la segunda versión del video juego, aspira a que ese entretenimiento se popularice al menos en Cuba, pero no pierde de vista lo que podría ser su futuro.

"Dentro de diez años me veo trabajando quizás como ingeniero, quizás desarrollando juegos, pero siempre en algo relacionado con la informática", afirma con rotunda seguridad.

El niño tiene en mente ingresar en el futuro en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) , un centro universitario ubicado al oeste de La Habana y donde estudian unos 3.000 jóvenes cada curso en diversas especialidades vinculadas a la informatización de la sociedad cubana.

No hay dudas de que el niño tiene claro que su vida estará vinculada a las nuevas tecnologías, un camino que será largo y difícil, pero que inició sin saberlo con el acercamiento al conocimiento del idioma chino.

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LA HABANA, 10 octubre, 2020 (Xinhua) -- Carlos Reinier Velázquez (i), de 12 años, y estudiante de primer grado de secundaria, estudia idioma chino acompañado por sus padres en su casa, en La Habana, capital de Cuba, el 10 de octubre de 2020. A primera vista, Carlos Reinier Velázquez es un niño cubano como otro cualquiera, pero en realidad es una de esas personas afortunadas que desde pequeños tienen una inteligencia particular y una extraordinaria avidez de conocimientos. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 10 oct (Xinhua) -- A primera vista, Carlos Reinier Velázquez es un niño cubano como otro cualquiera, pero en realidad es una de esas personas afortunadas que desde pequeños tienen una inteligencia particular y una extraordinaria avidez de conocimientos.

El cierre de las escuelas de La Habana hace siete meses por la aparición en Cuba del nuevo coronavirus ha impedido que Carlitos, como lo llaman en casa y en el barrio, haya podido comenzar los estudios en el séptimo grado, el primero de la enseñanza secundaria en Cuba.

Sin embargo, el obligado confinamiento para cumplir con las medidas sanitarias aplicadas por el Gobierno, significó un tiempo para profundizar en asuntos que siempre motivaron a este niño de 12 años, amante de los idiomas, la informática y las artes marciales.

Seis meses antes del confinamiento, Carlitos comenzó a estudiar idioma chino en la Casa de las Artes y Tradiciones Chinas, una institución socio-cultural comunitaria ubicada en pleno corazón del barrio chino habanero.

"El estudio del chino fue una necesidad, porque cuando hacía algunas búsquedas en Internet sobre tecnología o programación, una buena parte de la información está en ese idioma", explica a Xinhua.

En la isla, el centro más avanzado en los estudios de idioma chino es el Instituto Confucio de La Habana, que cuenta con más de 900 estudiantes quienes reciben cursos de varios niveles, desde el elemental hasta el avanzado, tanto para adolescentes, a partir de los 14 años, como para los adultos, a partir de los 18.

Por la edad, el niño no puede matricular en esa institución y ahora, como tampoco puede asistir a las clases de idioma, repasa lo aprendido y emplea sus aún elementales conocimientos para intentar entender algunos textos simples que encuentra en la red de redes.

Precisamente con ese conocimiento, y algunas nociones de inglés, Carlitos aprovechó la plataforma RPG Maker MV para desarrollar un singular video juego en el que Soberana-01, la vacuna cubana, enfrenta a seis virus SARV-CoV-2.

"El día que anunciaron en la televisión que Cuba estaba desarrollando una vacuna contra el coronavirus me motivó la esperanza de que lo que hacen los científicos cubanos sirviera para derrotar a la enfermedad", rememora sentado ante la laptop en la que creó el juego.

Para llegar a su objetivo, el niño tuvo que estudiar toda la información pública disponible en la página web del habanero Instituto de Vacunas Finlay, responsable de la elaboración del fármaco cubano.,

El juego, llamado Soberana01 vs SARS-CoV-2 comienza cuando una persona estornuda en la calle y contagia a otra, lo que abre un escenario de batalla donde el jugador tiene que pasar por seis niveles de complejidad y en cada uno desintegrar al coronavirus.

Aunque la familia le pidió hacer un video juego sencillo, el niño se negó y le dio cierto grado de dificultad, "como es el enfrentamiento a la pandemia en la vida real", lo que obliga a jugar como mínimo media hora.

Carlitos, quien acaba de concluir la segunda versión del video juego, aspira a que ese entretenimiento se popularice al menos en Cuba, pero no pierde de vista lo que podría ser su futuro.

"Dentro de diez años me veo trabajando quizás como ingeniero, quizás desarrollando juegos, pero siempre en algo relacionado con la informática", afirma con rotunda seguridad.

El niño tiene en mente ingresar en el futuro en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) , un centro universitario ubicado al oeste de La Habana y donde estudian unos 3.000 jóvenes cada curso en diversas especialidades vinculadas a la informatización de la sociedad cubana.

No hay dudas de que el niño tiene claro que su vida estará vinculada a las nuevas tecnologías, un camino que será largo y difícil, pero que inició sin saberlo con el acercamiento al conocimiento del idioma chino.

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