COMENTARIO: ¿Qué lleva a Pompeo a encabezar el ataque sin cuartel de Washington contra China?
                 Spanish.xinhuanet.com | 2020-08-04 17:56:10

BEIJING, 4 ago (Xinhua) -- Como máximo diplomático de la única superpotencia del mundo, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, debería promover la paz y estabilidad mundial. Sin embargo, ha dedicado buena parte de su mandato en los últimos dos años a atacar a China y espolear la división y el caos en la comunidad internacional.

Pompeo no es ningún tonto. Fue el primero en su clase de la Academia Militar de Estados Unidos de West Point y un empresario y abogado con bastante éxito antes de llegar a la política. Seguramente ha previsto un gran beneficio antes de lanzar su escandalosa campaña contra China, incluso en detrimento de los intereses de los estadounidenses.

Mejorar las probabilidades de reelección en noviembre de la actual Administración estadounidense se ha convertido en una tarea urgente. Hasta la fecha, cinco millones de personas se han contagiado con el nuevo coronavirus y más de 150.000 murieron por su causa en el país. Los efectos colaterales de la pandemia se han traducido además en pérdidas de empleos y un retroceso económico sin precedentes. Como resultado, las tasas de desaprobación del Gobierno se han disparado.

A solo 90 días de las elecciones, encontrar un chivo expiatorio es la opción más cómoda no solo para Pompeo, sino también para otros halcones con visiones similares sobre China. El país asiático es el blanco. Nada sorprendente.

Pompeo ve también una oportunidad de favorecer sus ambiciones políticas esgrimiendo meras mentiras sobre China. La razón es que esta estrategia política puede ayudarlo a incrementar su popularidad entre la base conservadora de electores en el país.

Siendo un ambicioso político de carrera, cuenta con una larga historia de poner en escena un melodramático espectáculo político en beneficio propio. Su ascenso a la fama como una nueva estrella política en Washington, desde su puesto de congresista novato, gracias a sus duras críticas dirigidas contra Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, por el asunto de Benghazi, es un ejemplo clásico.

Las polémicas "Cenas Madison" de Pompeo en 2018 y las reuniones fuera del horario público con influyentes conservadores durante viajes de trabajo han generado críticas generalizadas en Estados Unidos, que acusan al secretario de Estado de haber estado utilizando recursos públicos para cultivar una base de partidarios para sus propias ambiciones políticas. De hecho, ha convertido su oficina en una plataforma de lanzamiento para ello.

Detrás de estos cálculos políticos se encuentra un pensamiento hegemónico y una arraigada mentalidad de Guerra Fría que impulsan a Pompeo a ver el desarrollo de China de una manera en la que si uno gana el otro pierde.

En su discurso en la Biblioteca Nixon a finales del mes pasado, Pompeo buscó enmarcar a China como una amenaza ideológica, y persuadió a los aliados de Estados Unidos a que formaran una alianza anti-China, lo que demuestra que algunos políticos estadounidenses todavía están tratando de usar la lógica obsoleta de suma cero para definir el papel de Estados Unidos en el mundo del siglo XXI y su relación con el resto de la comunidad internacional en una era de globalización.

Pompeo y otros políticos de línea dura contra China deberían tener en cuenta que el compromiso, no el desacoplamiento, es la forma correcta de gestionar la relación bilateral más importante del mundo; mientras que la cooperación, y no la confrontación, es la única opción acertada para que ambos países, así como el mundo, puedan prosperar.

 
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COMENTARIO: ¿Qué lleva a Pompeo a encabezar el ataque sin cuartel de Washington contra China?

Spanish.xinhuanet.com 2020-08-04 17:56:10

BEIJING, 4 ago (Xinhua) -- Como máximo diplomático de la única superpotencia del mundo, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, debería promover la paz y estabilidad mundial. Sin embargo, ha dedicado buena parte de su mandato en los últimos dos años a atacar a China y espolear la división y el caos en la comunidad internacional.

Pompeo no es ningún tonto. Fue el primero en su clase de la Academia Militar de Estados Unidos de West Point y un empresario y abogado con bastante éxito antes de llegar a la política. Seguramente ha previsto un gran beneficio antes de lanzar su escandalosa campaña contra China, incluso en detrimento de los intereses de los estadounidenses.

Mejorar las probabilidades de reelección en noviembre de la actual Administración estadounidense se ha convertido en una tarea urgente. Hasta la fecha, cinco millones de personas se han contagiado con el nuevo coronavirus y más de 150.000 murieron por su causa en el país. Los efectos colaterales de la pandemia se han traducido además en pérdidas de empleos y un retroceso económico sin precedentes. Como resultado, las tasas de desaprobación del Gobierno se han disparado.

A solo 90 días de las elecciones, encontrar un chivo expiatorio es la opción más cómoda no solo para Pompeo, sino también para otros halcones con visiones similares sobre China. El país asiático es el blanco. Nada sorprendente.

Pompeo ve también una oportunidad de favorecer sus ambiciones políticas esgrimiendo meras mentiras sobre China. La razón es que esta estrategia política puede ayudarlo a incrementar su popularidad entre la base conservadora de electores en el país.

Siendo un ambicioso político de carrera, cuenta con una larga historia de poner en escena un melodramático espectáculo político en beneficio propio. Su ascenso a la fama como una nueva estrella política en Washington, desde su puesto de congresista novato, gracias a sus duras críticas dirigidas contra Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, por el asunto de Benghazi, es un ejemplo clásico.

Las polémicas "Cenas Madison" de Pompeo en 2018 y las reuniones fuera del horario público con influyentes conservadores durante viajes de trabajo han generado críticas generalizadas en Estados Unidos, que acusan al secretario de Estado de haber estado utilizando recursos públicos para cultivar una base de partidarios para sus propias ambiciones políticas. De hecho, ha convertido su oficina en una plataforma de lanzamiento para ello.

Detrás de estos cálculos políticos se encuentra un pensamiento hegemónico y una arraigada mentalidad de Guerra Fría que impulsan a Pompeo a ver el desarrollo de China de una manera en la que si uno gana el otro pierde.

En su discurso en la Biblioteca Nixon a finales del mes pasado, Pompeo buscó enmarcar a China como una amenaza ideológica, y persuadió a los aliados de Estados Unidos a que formaran una alianza anti-China, lo que demuestra que algunos políticos estadounidenses todavía están tratando de usar la lógica obsoleta de suma cero para definir el papel de Estados Unidos en el mundo del siglo XXI y su relación con el resto de la comunidad internacional en una era de globalización.

Pompeo y otros políticos de línea dura contra China deberían tener en cuenta que el compromiso, no el desacoplamiento, es la forma correcta de gestionar la relación bilateral más importante del mundo; mientras que la cooperación, y no la confrontación, es la única opción acertada para que ambos países, así como el mundo, puedan prosperar.

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