COMENTARIO: El mortal juego de Washington de culpar a otros del coronavirus
                 Spanish.xinhuanet.com | 2020-03-24 20:37:39

BEIJING, 24 mar (Xinhua) -- Repite una mentira hasta la saciedad y quizás se haga realidad. Al menos eso es lo que algunos políticos estadounidenses creen.

Mientras los casos de COVID-19 siguen aumentando en espiral en Estados Unidos, algunos políticos en Washington, en lugar de centrarse en contener la epidemia, han desplegado una ofensiva sistémica para encubrir su incompetencia echando la culpa a China.

Sin embargo, llamar al patógeno "virus chino" no es más que una prueba de que Washington tiene motivos ocultos, pues todos saben que el origen del nuevo coronavirus no se ha determinado, y ese tipo de argumentos espurios no hacen más que provocar la xenofobia, la división y el odio.

Los medios de comunicación estadounidenses han informado ya del aumento de incidentes de odio contra ciudadanos asiático-estadounidenses a los que se ha escupido, gritado e incluso atacado. Se trata de algo contraproducente en un momento en que la gente en EE. UU. necesita desesperadamente solidaridad y confianza para enfrentar el desafío.

Además, el uso del término "virus chino" contraría las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destinadas a evitar la estigmatización de un país o de un grupo particular de personas a la hora de poner nombre a enfermedades infecciosas. Por esa razón, la pandemia de gripe H1N1 de 2009 no se llama "gripe norteamericana" a pesar de haberse originado a partir de allí.

Las estrategias de Washington desperdician los grandes sacrificios realizados por China para frenar la propagación del virus y dar tiempo al mundo, unos empeños que han sido elogiados por la OMS y los líderes mundiales.

La campaña actual para desprestigiar a China también demuestra el desafío de Washington contra el sentido común científico.

Aunque la COVID-19 se reportó por primera vez en China, los científicos aún no han determinado el origen del virus. Giuseppe Remuzzi, director del Instituto Mario Negri de Investigación Farmacológica en Italia, dijo recientemente a la radio pública estadounidense que, a principios de noviembre, se detectaron casos extraños de neumonía en Italia, lo que podría significar que el virus estaba ya circulando en algunas zonas de ese país, antes del brote en China.

Con anterioridad, Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., admitió ante el Congreso de su país que algunos estadounidenses que aparentemente murieron de gripe dieron positivo al nuevo coronavirus en un diagnóstico póstumo.

En un momento en que los casos confirmados superan en EE. UU. los 40.000 y continúan aumentando, los intentos interesados de culpar a China solo harán que Washington quede atrapado en sus propias mentiras. Las críticas por el fracaso épico del Gobierno estadounidense en el manejo de la emergencia de salud pública no dejan de aumentar.

La pandemia se está extendiendo a más países e infectando a más personas. Para vencerla, todas las naciones deben unirse.

Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, puede y debe desempeñar un papel importante en esta lucha. Los que están en la Casa Blanca y en Capital Hill deberían dejar de mentir como manera de evadir de la crisis. Ahora más que nunca, el tiempo es esencial.

 
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COMENTARIO: El mortal juego de Washington de culpar a otros del coronavirus

Spanish.xinhuanet.com 2020-03-24 20:37:39

BEIJING, 24 mar (Xinhua) -- Repite una mentira hasta la saciedad y quizás se haga realidad. Al menos eso es lo que algunos políticos estadounidenses creen.

Mientras los casos de COVID-19 siguen aumentando en espiral en Estados Unidos, algunos políticos en Washington, en lugar de centrarse en contener la epidemia, han desplegado una ofensiva sistémica para encubrir su incompetencia echando la culpa a China.

Sin embargo, llamar al patógeno "virus chino" no es más que una prueba de que Washington tiene motivos ocultos, pues todos saben que el origen del nuevo coronavirus no se ha determinado, y ese tipo de argumentos espurios no hacen más que provocar la xenofobia, la división y el odio.

Los medios de comunicación estadounidenses han informado ya del aumento de incidentes de odio contra ciudadanos asiático-estadounidenses a los que se ha escupido, gritado e incluso atacado. Se trata de algo contraproducente en un momento en que la gente en EE. UU. necesita desesperadamente solidaridad y confianza para enfrentar el desafío.

Además, el uso del término "virus chino" contraría las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destinadas a evitar la estigmatización de un país o de un grupo particular de personas a la hora de poner nombre a enfermedades infecciosas. Por esa razón, la pandemia de gripe H1N1 de 2009 no se llama "gripe norteamericana" a pesar de haberse originado a partir de allí.

Las estrategias de Washington desperdician los grandes sacrificios realizados por China para frenar la propagación del virus y dar tiempo al mundo, unos empeños que han sido elogiados por la OMS y los líderes mundiales.

La campaña actual para desprestigiar a China también demuestra el desafío de Washington contra el sentido común científico.

Aunque la COVID-19 se reportó por primera vez en China, los científicos aún no han determinado el origen del virus. Giuseppe Remuzzi, director del Instituto Mario Negri de Investigación Farmacológica en Italia, dijo recientemente a la radio pública estadounidense que, a principios de noviembre, se detectaron casos extraños de neumonía en Italia, lo que podría significar que el virus estaba ya circulando en algunas zonas de ese país, antes del brote en China.

Con anterioridad, Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., admitió ante el Congreso de su país que algunos estadounidenses que aparentemente murieron de gripe dieron positivo al nuevo coronavirus en un diagnóstico póstumo.

En un momento en que los casos confirmados superan en EE. UU. los 40.000 y continúan aumentando, los intentos interesados de culpar a China solo harán que Washington quede atrapado en sus propias mentiras. Las críticas por el fracaso épico del Gobierno estadounidense en el manejo de la emergencia de salud pública no dejan de aumentar.

La pandemia se está extendiendo a más países e infectando a más personas. Para vencerla, todas las naciones deben unirse.

Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, puede y debe desempeñar un papel importante en esta lucha. Los que están en la Casa Blanca y en Capital Hill deberían dejar de mentir como manera de evadir de la crisis. Ahora más que nunca, el tiempo es esencial.

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