ESPECIAL: El encuentro de dos hermanas separadas por una avalancha

Actualizado 2019-11-15 08:06:01 | Spanish. xinhuanet. com

Por César Mariño García

 

COLOMBIA-BOGOTA-EXPLOSION DEL VOLCAN NEVADO DEL RUIZ-REENCUENTRO

Las hermanas Jenifer de la Rosa (i) y Angela Rendón (d), participan en una entrevista en el Instituto de Genética Yunis-Turbay, en Bogotá, Colombia, el 14 de noviembre de 2019. Justo un día después del 34 aniversario del desastre natural más trágico de Colombia, la explosión del volcán Nevado del Ruíz, dos víctimas, Jenifer de la Rosa, una niña de una semana de nacida al momento del evento, y su hermana Angela Rendón, un año mayor, y quienes fueron adoptadas tiempo después de la tragedia por diferentes familias, socializaron en Bogotá en lo que supone ser un final feliz para conmemorar el evento que dejó entre 20.000 y 30.000 víctimas fatales. (Xinhua/Jhon Paz)

BOGOTA, 14 nov (Xinhua) -- Justo un día después del 34 aniversario del desastre natural más trágico de Colombia, dos víctimas socializaron en Bogotá en lo que supone ser un final feliz para conmemorar el evento que dejó entre 20.000 y 30.000 víctimas fatales.

El 13 de noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruíz, también conocido como Mesa de Herveo, interrumpió 69 años de inactividad y tras una fuerte erupción ocasionó un deslave que afectó tres municipios de los departamentos de Caldas y Tolima, en el centro de Colombia.

La avalancha arrastró a su paso el poblado de Armero y dejó un saldo sin determinar de niños huérfanos, entre ellos Jenifer de la Rosa, una niña de una semana de nacida, y su hermana Angela Rendón, un año mayor, cuyos apellidos obedecen a los padres que las adoptaron tiempo después de la tragedia.

Las mujeres, hoy de 34 y 35 años de edad, contaron a Xinhua los pormenores de su reencuentro y las dificultades para lograrlo y cómo hoy esperan establecer el vínculo que la avalancha no pudo arrasar.

"Para mí este encuentro fue algo muy sorprendente porque no sabía que yo tuviera un vínculo con Armero porque en mi historia de adopción dice algo muy diferente", contó Angela, por cuya búsqueda se logró la ubicación de su hermana menor.

"Cuando supe que perdí mi contacto con la familia tras la avalancha quedé muy impactada, nuca me lo había imaginado", agregó.

Para Angela, el azar también jugó un papel determinante pues ni ella ni su hermana tenían conocimiento de la existencia de la otra, pero la búsqueda de ambas por conocer sus respectivos orígenes coincidió en el tiempo y el espacio exactos para conocerse.

"Yo estaba buscando a mi madre, Jenifer también buscaba a la suya, aunque ella sí sabía que era una niña adoptada tras la avalancha. Las circunstancias se dieron para que, con la ayuda de la Fundación Armando Armero, hoy sepamos que somos hermanas", dijo.

Angela, quien hoy vive en la ciudad de Barrancabermeja (noreste), repitió ante el micrófono de Xinhua el llamado a la mujer que le dio la vida pero que tras la tragedia decidió entregarla a quien hoy es su padre adoptivo.

"A mi madre, si aún está viva, le digo que quiero hablar con ella, yo no la juzgo por haberme entregado a otra persona, Jenifer tampoco lo hace. Ambas queremos y necesitamos saber de ella, sentarnos las tres, dialogar", expresó.

"Donde quiera que esté o si alguien la conoce le pedimos que nos dé razón de ella. Lo repito, yo también hoy soy madre y no soy quién para juzgarla", abundó Angela.

Por su lado, Jenifer, quien fue entregada por su madre a una auxiliar de la Cruz Roja durante los operativos de rescate, fue adoptada por una pareja de españoles quienes llegaron a Colombia para cumplir su deseo de ser padres y conformar una familia.

Actualmente vive en la ciudad española de Madrid, y agradece a sus padres adoptivos la vida que le dieron y su respaldo para encontrar a su familia sanguínea y consolidar así su identidad como persona.

Jenifer, quien estudió Cine Documental, trabaja en la realización de un documental biográfico titulado "La hija del volcán", y espera consolidar el vínculo con la hermana mayor a quien reconoce como parte fundamental de su historia.

"Aunque vivamos en dos lugares lejanos, separadas por un océano, espero que mantengamos un contacto muy activo, por medio de las redes sociales y todas las herramientas que tengamos a mano", dijo a Xinhua la hermana menor.

Jenifer envió un mensaje a las entidades donde reposan las historias de los niños adoptados tras la avalancha de Armero para que este tipo de historias, con un final feliz, se repitan.

"No tengan miedo, nosotros solamente buscamos encontrar nuestras raíces, conocernos más. Es importante recordar que muchos niños fueron adoptados fuera de Colombia. Es necesario que nos faciliten estos encuentros dándonos nuestros papeles para saber de dónde procedemos", pidió.

En el logro de este encuentro intervinieron la Fundación Armando Armero y Instituto de Genética Yunis-Turbay, que, con sus propios recursos y de manera gratuita se han dado a la tarea de recoger perfiles biológicos y registrar testimonios de personas que buscan su pasado para afrontar el presente.

Las organizaciones buscan cambiar así el oscuro panorama de quienes padecieron el peor desastre natural en la historia colombiana.

"Son 34 años de olvido, siempre lo he dicho. Hay un manto de olvido que ha cubierto a Armero, un manto de diferencia e indolencia de todo Colombia. Todavía hay necesidades básicas insatisfechas en las poblaciones afectadas", comentó a Xinhua el director de la Fundación Armando Armero, Francisco González.

"El llamado al Estado es que hay que armar equipo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), con la academia y con nuestra fundación. Necesitamos que se nos abran muchos archivos para darle esta tranquilidad a estas personas después de tantos años", abundó.

Sobre su sentir por haber logrado el reencuentro de cuatro casos como el de estas hermanas, durante cinco años de labor, González aseveró que "aunque esto es un alivio, uno piensa que faltan todavía 300 familias más por reencontrar. Hay que seguir trabajando".

En esa línea, Juan Yunis, director del laboratorio de genética y gestor del reencuentro, manifestó la satisfacción que siente al aportar la tranquilidad y exactitud que hoy solamente puede aportar la ciencia.

"A nosotros nos causa una felicidad muy grande lograr reencuentros, sabemos el sufrimiento de estas personas al buscar a sus personas desaparecidas, de tal forma que cuando se encuentran estos vínculos tras los cotejos de ADN es una alegría muy grande", aseguró.

Actualmente la base de datos de la Fundación cuenta con 478 casos de menores registrados como perdidos y 65 historias de niños adoptados. Su objetivo es lograr el apoyo de empresas privadas y de entidades estatales para que abrazos como el de Angela y Jenifer se expandan como otra avalancha.

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Por César Mariño García

 

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Las hermanas Jenifer de la Rosa (i) y Angela Rendón (d), participan en una entrevista en el Instituto de Genética Yunis-Turbay, en Bogotá, Colombia, el 14 de noviembre de 2019. Justo un día después del 34 aniversario del desastre natural más trágico de Colombia, la explosión del volcán Nevado del Ruíz, dos víctimas, Jenifer de la Rosa, una niña de una semana de nacida al momento del evento, y su hermana Angela Rendón, un año mayor, y quienes fueron adoptadas tiempo después de la tragedia por diferentes familias, socializaron en Bogotá en lo que supone ser un final feliz para conmemorar el evento que dejó entre 20.000 y 30.000 víctimas fatales. (Xinhua/Jhon Paz)

BOGOTA, 14 nov (Xinhua) -- Justo un día después del 34 aniversario del desastre natural más trágico de Colombia, dos víctimas socializaron en Bogotá en lo que supone ser un final feliz para conmemorar el evento que dejó entre 20.000 y 30.000 víctimas fatales.

El 13 de noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruíz, también conocido como Mesa de Herveo, interrumpió 69 años de inactividad y tras una fuerte erupción ocasionó un deslave que afectó tres municipios de los departamentos de Caldas y Tolima, en el centro de Colombia.

La avalancha arrastró a su paso el poblado de Armero y dejó un saldo sin determinar de niños huérfanos, entre ellos Jenifer de la Rosa, una niña de una semana de nacida, y su hermana Angela Rendón, un año mayor, cuyos apellidos obedecen a los padres que las adoptaron tiempo después de la tragedia.

Las mujeres, hoy de 34 y 35 años de edad, contaron a Xinhua los pormenores de su reencuentro y las dificultades para lograrlo y cómo hoy esperan establecer el vínculo que la avalancha no pudo arrasar.

"Para mí este encuentro fue algo muy sorprendente porque no sabía que yo tuviera un vínculo con Armero porque en mi historia de adopción dice algo muy diferente", contó Angela, por cuya búsqueda se logró la ubicación de su hermana menor.

"Cuando supe que perdí mi contacto con la familia tras la avalancha quedé muy impactada, nuca me lo había imaginado", agregó.

Para Angela, el azar también jugó un papel determinante pues ni ella ni su hermana tenían conocimiento de la existencia de la otra, pero la búsqueda de ambas por conocer sus respectivos orígenes coincidió en el tiempo y el espacio exactos para conocerse.

"Yo estaba buscando a mi madre, Jenifer también buscaba a la suya, aunque ella sí sabía que era una niña adoptada tras la avalancha. Las circunstancias se dieron para que, con la ayuda de la Fundación Armando Armero, hoy sepamos que somos hermanas", dijo.

Angela, quien hoy vive en la ciudad de Barrancabermeja (noreste), repitió ante el micrófono de Xinhua el llamado a la mujer que le dio la vida pero que tras la tragedia decidió entregarla a quien hoy es su padre adoptivo.

"A mi madre, si aún está viva, le digo que quiero hablar con ella, yo no la juzgo por haberme entregado a otra persona, Jenifer tampoco lo hace. Ambas queremos y necesitamos saber de ella, sentarnos las tres, dialogar", expresó.

"Donde quiera que esté o si alguien la conoce le pedimos que nos dé razón de ella. Lo repito, yo también hoy soy madre y no soy quién para juzgarla", abundó Angela.

Por su lado, Jenifer, quien fue entregada por su madre a una auxiliar de la Cruz Roja durante los operativos de rescate, fue adoptada por una pareja de españoles quienes llegaron a Colombia para cumplir su deseo de ser padres y conformar una familia.

Actualmente vive en la ciudad española de Madrid, y agradece a sus padres adoptivos la vida que le dieron y su respaldo para encontrar a su familia sanguínea y consolidar así su identidad como persona.

Jenifer, quien estudió Cine Documental, trabaja en la realización de un documental biográfico titulado "La hija del volcán", y espera consolidar el vínculo con la hermana mayor a quien reconoce como parte fundamental de su historia.

"Aunque vivamos en dos lugares lejanos, separadas por un océano, espero que mantengamos un contacto muy activo, por medio de las redes sociales y todas las herramientas que tengamos a mano", dijo a Xinhua la hermana menor.

Jenifer envió un mensaje a las entidades donde reposan las historias de los niños adoptados tras la avalancha de Armero para que este tipo de historias, con un final feliz, se repitan.

"No tengan miedo, nosotros solamente buscamos encontrar nuestras raíces, conocernos más. Es importante recordar que muchos niños fueron adoptados fuera de Colombia. Es necesario que nos faciliten estos encuentros dándonos nuestros papeles para saber de dónde procedemos", pidió.

En el logro de este encuentro intervinieron la Fundación Armando Armero y Instituto de Genética Yunis-Turbay, que, con sus propios recursos y de manera gratuita se han dado a la tarea de recoger perfiles biológicos y registrar testimonios de personas que buscan su pasado para afrontar el presente.

Las organizaciones buscan cambiar así el oscuro panorama de quienes padecieron el peor desastre natural en la historia colombiana.

"Son 34 años de olvido, siempre lo he dicho. Hay un manto de olvido que ha cubierto a Armero, un manto de diferencia e indolencia de todo Colombia. Todavía hay necesidades básicas insatisfechas en las poblaciones afectadas", comentó a Xinhua el director de la Fundación Armando Armero, Francisco González.

"El llamado al Estado es que hay que armar equipo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), con la academia y con nuestra fundación. Necesitamos que se nos abran muchos archivos para darle esta tranquilidad a estas personas después de tantos años", abundó.

Sobre su sentir por haber logrado el reencuentro de cuatro casos como el de estas hermanas, durante cinco años de labor, González aseveró que "aunque esto es un alivio, uno piensa que faltan todavía 300 familias más por reencontrar. Hay que seguir trabajando".

En esa línea, Juan Yunis, director del laboratorio de genética y gestor del reencuentro, manifestó la satisfacción que siente al aportar la tranquilidad y exactitud que hoy solamente puede aportar la ciencia.

"A nosotros nos causa una felicidad muy grande lograr reencuentros, sabemos el sufrimiento de estas personas al buscar a sus personas desaparecidas, de tal forma que cuando se encuentran estos vínculos tras los cotejos de ADN es una alegría muy grande", aseguró.

Actualmente la base de datos de la Fundación cuenta con 478 casos de menores registrados como perdidos y 65 historias de niños adoptados. Su objetivo es lograr el apoyo de empresas privadas y de entidades estatales para que abrazos como el de Angela y Jenifer se expandan como otra avalancha.

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