BEIJING, 30 jul (Xinhua) -- Los negociadores de China y Estados Unidos relanzan consultas el martes en Shanghai para arreglar sus tensas relaciones comerciales.
Es la primera reunión formal entre los dos equipos de negociación después de que sus conversaciones comerciales se estancaran en mayo y volvieran a la normalidad durante una reunión entre el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, al margen de la cumbre del Grupo de los 20 celebrada en la ciudad japonesa de Osaka en junio.
Después de la cumbre, las delegaciones de los dos países han mantenido contactos. El viceprimer ministro chino Liu He habló dos veces por teléfono con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, antes de que las dos partes decidieran relanzar sus consultas comerciales en Shanghai.
También es la primera vez que mantienen conversaciones comerciales fuera de sus ciudades capitales, y Shanghai, sede de esta nueva ronda de consultas, ocupa un lugar especial en la historia de las relaciones entre China y EEUU.
En 1972, cuando el entonces presidente de EEUU, Richard Nixon, hizo una visita histórica a China, las dos partes emitieron el "Comunicado de Shanghai" con la sincera esperanza de normalizar las relaciones bilaterales después de más de dos décadas de distanciamiento.
Hoy, una vez más, en la metrópoli de Shanghai, los negociadores estadounidenses deben demostrar la misma sinceridad y, lo que es más importante, expectativas razonables en las conversaciones comerciales relanzadas con sus homólogos chinos en un intento por normalizar las relaciones comerciales bilaterales.
Durante más de un año, China y Estados Unidos, en un intento por resolver sus disputas comerciales, han mantenido 11 rondas de conversaciones de alto nivel, durante las cuales Beijing ha demostrado su máxima sinceridad para superar las diferencias entre las dos partes en la búsqueda de un acuerdo que pueda satisfacer a ambos.
Sin embargo, algunos políticos de EEUU han optado por hacer la vista gorda ante los intereses legítimos de China y presentar demandas poco realistas que infringen la soberanía y dignidad de China. Críticos de China como Steven Bannon incluso trataron de aprovechar la guerra arancelaria para exaltar el sentimiento antichino y contener el desarrollo del país asiático. Estas acciones provocativas finalmente condujeron a un estancamiento en el diálogo.
En la actual ronda de conversaciones comerciales, la parte estadounidense necesita tomar parte en las consultas sobre la base de igualdad y tratar a China con el debido respeto si pretende lograr un pacto comercial.
Sin embargo, si Washington aún abriga la ilusión de que Beijing ceda de alguna manera y se comprometa en temas concernientes a la soberanía y otros relacionados con los intereses fundamentales para alcanzar un trato, entonces no habrá acuerdo. China siempre encontrará alternativas para resistir cualquier presión.
La cooperación económica y comercial entre China y Estados Unidos ha de ser de beneficio mutuo, y cuando Washington intenta librar una guerra comercial contra China perjudica a su propia economía y pueblo.
Según estudios realizados por economistas de la Reserva Federal de Nueva York y las universidades Princeton y Columbia, la guerra comercial costó a empresas y consumidores estadounidenses 4.400 millones de dólares mensuales en 2018.
Además, mientras las disputas comerciales persisten, la economía mundial sufre. El economista en jefe de Morgan Stanley, Chetan Ahya, dijo que "mientras sigue sin disiparse la incertidumbre acerca de la política comercial, el impacto sobre la previsión del crecimiento es cada vez más notable".
Por el bien de ambas partes y del mundo, China y Estados Unidos deben aprovechar la reanudación de las conversaciones comerciales y satisfacer los intereses fundamentales del otro a fin de allanar el camino para conseguir la firma de un acuerdo cuanto antes.
Hace 47 años "el Comunicado de Shanghai" mostró el coraje de los líderes de los dos países para acercarse a pesar de las enormes diferencias ideológicas, no solo por los intereses de los dos pueblos, sino también por la reducción de las tensiones en el mundo.
Se espera que esta vez los negociadores comerciales chinos y estadounidenses puedan armarse de valor como lo hicieron sus antecesores y trabajen juntos por unas relaciones comerciales bilaterales más fuertes y más fructíferas.