BEIJING, 28 jun (Xinhua) -- El presidente chino, Xi Jinping, se sentará con su homólogo estadounidense, Donald Trump, al margen de la cumbre del Grupo de los 20 (G20) en la ciudad japonesa de Osaka, encendiendo la mecha de la esperanza para devolver las conversaciones entre China y Estados Unidos al camino correcto.
La reunión llega en un momento en el que la ofensiva comercial de Washington contra China no solo está envenenando una de las relaciones bilaterales más importantes del mundo, sino que también está poniendo en riesgo la frágil recuperación económica mundial. Su importancia es, por lo tanto, demasiado grande como para dejarla pasar.
Cuando los dos presidentes se encontraron en la cumbre del G20 del año pasado en la capital argentina de Buenos Aires, lograron un importante consenso para detener la confrontación comercial y reanudar las conversaciones. Desde entonces, los equipos de negociación de ambos lados han celebrado siete rondas de consultas en busca de una pronta resolución.
Sin embargo, la máxima sinceridad de China demostrada a lo largo de los meses parece haber impulsado a algunos halcones comerciales en Washington a estirar su suerte.
Después de no haber conseguido que Beijing aceptara un acuerdo con condiciones desiguales, Washington, decepcionado y enfurecido, volvió a su táctica de aranceles aumentando del 10 al 25 por ciento los impuestos adicionales sobre productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares estadounidenses y amenazando con una nueva ronda de aumentos arancelarios contra productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares.
Algunos legisladores ultraconservadores estadounidenses, que han visto durante muchos años en China una "amenaza" al estatus de superpotencia única de Washington, han tratado de extender la campaña comercial a una operación más amplia para excluir a China y contener su ascenso.
Como resultado, Washington está tomando medidas enérgicas contra las compañías de alta tecnología chinas, incluido el proveedor de equipos de telecomunicaciones Huawei, mientras que muchos estudiantes chinos que quieren estudiar en Estados Unidos se enfrentan a más restricciones, como demoras de meses en el procesamiento de sus visas.
Debido a los incansables esfuerzos de Washington, los dos países, que deberían estar celebrando el 40º aniversario de sus lazos diplomáticos este año, están viendo cómo sus relaciones se escurren hacia el camino de una posible confrontación total.
A pesar del provocativo estilo de estrategia de máxima presión de Washington, China ha sido firmemente constante en su posición. Siempre se ha comprometido a resolver las fricciones comerciales mediante el diálogo y las consultas salvaguardando al mismo tiempo sus derechos legítimos y soberanos.
Beijing, como bien ha subrayado en múltiples ocasiones, no quiere una guerra comercial, pero no le teme a una y luchará hasta el final si es necesario.
La semana pasada, Xi mantuvo una conversación telefónica con Trump a petición del líder estadounidense y dijo estar dispuesto a reunirse con Trump en Osaka para intercambiar puntos de vista sobre temas fundamentales relacionados con el desarrollo de las relaciones China-EEUU.
Las palabras de Xi reflejan el hecho alarmante de que los dos países se enfrentan a un desafío a los fundamentos de su relación. La próxima reunión entre Xi y Trump ofrece una oportunidad única para que las dos partes encuentren nuevos puntos en común para aliviar las tensiones comerciales y para que las relaciones aquejadas de problemas vuelvan al camino correcto.
Si las dos partes pueden llegar a un acuerdo para reanudar las conversaciones, Estados Unidos debe ponerse en pie de igualdad con China, y adaptarse a las preocupaciones legítimas de China sobre la base de la igualdad y el respeto y beneficio mutuos para conseguir resultados de ganar-ganar en las futuras negociaciones.
Apenas un día antes de la cumbre del G20 en Osaka, un político estadounidense amenazó nuevamente con imponer impuestos punitivos a los productos chinos importados. Estas tácticas baratas para poner a China de rodillas con presión no llegarán a ninguna parte.
Hasta el momento la campaña arancelaria de más de un año de Washington solo ha conseguido aumentar los costes diarios para los consumidores estadounidenses de a pie, así como el creciente rechazo de los agricultores, trabajadores industriales y líderes empresariales de EEUU, y a su vez reforzar aún más la determinación de China de defender sus derechos.
La lucha comercial entre las dos economías más grandes del mundo ya ha afectado al mercado global y a la confianza de los inversores a nivel global. La última lectura del Indicador de las Perspectivas del Comercio Mundial de 96,3 se mantiene en el nivel más débil desde 2010, lo que indica una caída continua del crecimiento del comercio en la primera mitad de 2019, según la Organización Mundial del Comercio.
Las guerras comerciales no producen ningún ganador. En su última conversación telefónica con Xi, Trump dijo que cree que el mundo entero espera que Estados Unidos y China lleguen a un acuerdo. Para lograr un acuerdo, los políticos de línea dura de Washington deben saber que Beijing no se rendirá a su presión ni permitirá que Washington prive a los chinos de su derecho de buscar una vida mejor.
Para que el acuerdo sea sostenible, la política de Washington sobre China debería ser racional. Una China en ascenso no está tratando de hacerse con la hegemonía global, y continuará trabajando con naciones de todo el mundo, incluido Estados Unidos, para impulsar el desarrollo común y construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad.
Los últimos 40 años de las relaciones China-EEUU han demostrado que cuando los dos países trabajan juntos, ambos ganan y el mundo también gana. Pero cuando luchan entre sí, todos pierden.
China y Estados Unidos, como las dos principales economías en la comunidad internacional, tienen una responsabilidad especial con el mundo en general.
Por lo tanto, las dos partes, como dijo Xi durante su reunión en abril en Beijing con la delegación de Los Mayores, una organización internacional no gubernamental formada por un grupo de conocidos líderes globales, deben gestionar sus diferencias, ampliar la cooperación y promover conjuntamente las relaciones bilaterales basadas en la coordinación, la cooperación y la estabilidad para proporcionar factores más estables y esperables para el mundo.