ESPECIAL: Maestros voluntarios llevan esperanza a niños en suroeste de China

Spanish.xinhuanet.com   2018-05-26 05:25:10

GUIYANG, China, 25 may (Xinhua) -- Las zonas montañosas de la provincia sudoccidental china de Guizhou son un atractivo destino de viaje, pero para Cheng Jianing, una estudiante universitaria que ha trabajado en el lugar como maestra voluntaria durante el último año, la vida es más que un paisaje encantador.

En julio de 2017, Cheng, de 23 años de edad y recién egresada de la Universidad Agrícola de la provincia central china de Hubei, se unió a un programa nacional de maestros voluntarios lanzado en el 2003 para alentar a los estudiantes universitarios a trabajar como maestros voluntarios en regiones pobres y de minorías étnicas durante uno a tres años.

Cheng dijo que tomó la decisión después de que visitó una escuela primaria de Hubei en el 2016.

"Me impresionó ver las condiciones de pobreza del lugar. Los niños tenían que caminar diario durante horas para ir de su casa a la escuela y estudiaban en casas abandonadas", recordó Cheng. "En ese momento decidí ofrecer mi ayuda como maestra voluntaria".

En julio, después de varios días de preparación, Cheng y cuatro de sus compañeros de clases salieron de la ciudad con rumbo a una escuela primaria en una aldea remota de Guizhou.

A la aldea de Dashi, rodeada de altas montañas y con una terrible pobreza, sólo se puede llegar por senderos estrechos que serpentean por los montes.

Sólo había tres maestros para más de 70 niños en la escuela primaria de la aldea. La llegada de Cheng inspiró a la escuela y a los estudiantes.

"Cada semana teníamos una pesada carga de trabajo de enseñanza. Yo daba clases de chino y matemáticas a los estudiantes de tercero, inglés a los estudiantes de cuarto y deportes a los estudiantes de primero", dijo Cheng.

"Al principio era realmente difícil, pero yo pensaba que todo mejoraría si poníamos en corazón en lo que hacíamos", explicó.

Su comportamiento amable le permitió hacerse amiga de los estudiantes con rapidez. Cheng también les enseñó canciones de música pop, a jugar algunos juegos y a adquirir conocimientos sobre cosas que nunca antes se habían imaginado.

La mayoría de los estudiantes eran niños dejados atrás que llevaban una vida muy dura. Tenían que lavar la ropa y cocinar ellos mismos, así como realizar labores agrícolas cuando apenas tenían siete u ocho años.

"Después de clase, con frecuencia visitábamos a las familias de los estudiantes para saber más de sus vidas y saber quiénes estaban necesitados", dijo Cheng.

"Yo crecí con estos niños. Les transmití conocimientos y ellos me enseñaron a ser fuerte ante las dificultades", señaló.

Cheng también llevó muchas sorpresas a la aldea.

Durante su estancia en el lugar, Cheng y sus compañeros de clase recaudaron cerca de 20.000 yuanes (3.100 dólares) para construir un invernadero que empezó a funcionar en abril, tres meses antes de que partieran.

"Los estudiantes pueden plantar vegetales y flores en el invernadero, lo cual contribuye a enriquecer su vida fuera de la escuela", dijo.

Los aldeanos locales también aprendieron a plantar vegetales populares en el mercado. "Esperamos que los habitantes locales puedan encontrar nuevos medios para ganarse la vida y permanecer con sus hijos en sus lugares de origen", dijo Cheng.

Los esfuerzos de los voluntarios valieron la pena. Desde el 2005, más de 20 estudiantes de la escuela primaria han entrado a la universidad para continuar con su educación.

En los últimos años, más de 1.500 estudiantes universitarios de todo el país han sido enviados a las zonas montañosas de Guizhou como maestros voluntarios, lo cual ha contribuido al desarrollo general de estas regiones, de acuerdo con el centro del programa provincial de voluntarios de Guizhou.

Cheng dijo que dejaría Dashi para regresar a la universidad, pero que "espero regresar en el futuro. Hay más estudiantes que necesitan aun más ayuda".

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GUIYANG, China, 25 may (Xinhua) -- Las zonas montañosas de la provincia sudoccidental china de Guizhou son un atractivo destino de viaje, pero para Cheng Jianing, una estudiante universitaria que ha trabajado en el lugar como maestra voluntaria durante el último año, la vida es más que un paisaje encantador.

En julio de 2017, Cheng, de 23 años de edad y recién egresada de la Universidad Agrícola de la provincia central china de Hubei, se unió a un programa nacional de maestros voluntarios lanzado en el 2003 para alentar a los estudiantes universitarios a trabajar como maestros voluntarios en regiones pobres y de minorías étnicas durante uno a tres años.

Cheng dijo que tomó la decisión después de que visitó una escuela primaria de Hubei en el 2016.

"Me impresionó ver las condiciones de pobreza del lugar. Los niños tenían que caminar diario durante horas para ir de su casa a la escuela y estudiaban en casas abandonadas", recordó Cheng. "En ese momento decidí ofrecer mi ayuda como maestra voluntaria".

En julio, después de varios días de preparación, Cheng y cuatro de sus compañeros de clases salieron de la ciudad con rumbo a una escuela primaria en una aldea remota de Guizhou.

A la aldea de Dashi, rodeada de altas montañas y con una terrible pobreza, sólo se puede llegar por senderos estrechos que serpentean por los montes.

Sólo había tres maestros para más de 70 niños en la escuela primaria de la aldea. La llegada de Cheng inspiró a la escuela y a los estudiantes.

"Cada semana teníamos una pesada carga de trabajo de enseñanza. Yo daba clases de chino y matemáticas a los estudiantes de tercero, inglés a los estudiantes de cuarto y deportes a los estudiantes de primero", dijo Cheng.

"Al principio era realmente difícil, pero yo pensaba que todo mejoraría si poníamos en corazón en lo que hacíamos", explicó.

Su comportamiento amable le permitió hacerse amiga de los estudiantes con rapidez. Cheng también les enseñó canciones de música pop, a jugar algunos juegos y a adquirir conocimientos sobre cosas que nunca antes se habían imaginado.

La mayoría de los estudiantes eran niños dejados atrás que llevaban una vida muy dura. Tenían que lavar la ropa y cocinar ellos mismos, así como realizar labores agrícolas cuando apenas tenían siete u ocho años.

"Después de clase, con frecuencia visitábamos a las familias de los estudiantes para saber más de sus vidas y saber quiénes estaban necesitados", dijo Cheng.

"Yo crecí con estos niños. Les transmití conocimientos y ellos me enseñaron a ser fuerte ante las dificultades", señaló.

Cheng también llevó muchas sorpresas a la aldea.

Durante su estancia en el lugar, Cheng y sus compañeros de clase recaudaron cerca de 20.000 yuanes (3.100 dólares) para construir un invernadero que empezó a funcionar en abril, tres meses antes de que partieran.

"Los estudiantes pueden plantar vegetales y flores en el invernadero, lo cual contribuye a enriquecer su vida fuera de la escuela", dijo.

Los aldeanos locales también aprendieron a plantar vegetales populares en el mercado. "Esperamos que los habitantes locales puedan encontrar nuevos medios para ganarse la vida y permanecer con sus hijos en sus lugares de origen", dijo Cheng.

Los esfuerzos de los voluntarios valieron la pena. Desde el 2005, más de 20 estudiantes de la escuela primaria han entrado a la universidad para continuar con su educación.

En los últimos años, más de 1.500 estudiantes universitarios de todo el país han sido enviados a las zonas montañosas de Guizhou como maestros voluntarios, lo cual ha contribuido al desarrollo general de estas regiones, de acuerdo con el centro del programa provincial de voluntarios de Guizhou.

Cheng dijo que dejaría Dashi para regresar a la universidad, pero que "espero regresar en el futuro. Hay más estudiantes que necesitan aun más ayuda".

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