ESPECIAL: Tumbas y rituales funerarios de etnias han y uygur coexisten en cementerio de noroeste de China

Spanish.xinhuanet.com   2017-07-05 11:18:39

URUMQI, 5 jul (Xinhua) -- A la entrada de un pequeño pueblo en la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China, hay un cementerio lleno de tumbas de diferentes estilos: unas son túmulos con una lápida delante y otras tienen forma rectangular y techos decorados con azulejos.

Este es el cementerio de la aldea de Momatereck, en el poblado de Qiman, en la que conviven residentes de cinco grupos étnicos, la mayoría han y uygur, en 380 hogares.

"Comemos, cultivamos y bailamos juntos en vida y descansaremos en paz unos al lado de los otros tras la muerte", afirma uno de los habitantes de la aldea, Tursun Niyaz. "La muerte no nos separará", declara.

Además de tener estilos de tumbas diferentes, los han y los uygur también siguen rituales funerarios distintos. Estos últimos, que son en su mayoría musulmanes, envuelven el cuerpo en una sábana blanca, lo llevan a una cueva subterránea y hacen el entierro mientras los imanes rezan.

Los han tradicionalmente amortajan el cuerpo, lo ponen en un ataúd y lo entierran en un foso dejando un túmulo para que los familiares lloren al fallecido. No obstante, dada la escasez de terrenos, actualmente la mayor parte de los cuerpos son incinerados.

Otro de los residentes de la aldea, Hou Zuoyan, de 36 años, recuerda cómo fue el entierro de su tío, que murió en un accidente de tráfico en 1995.

"Los vecinos uygur caminaron dos kilómetros por un camino lleno de lodo para llevar el ataúd al cementerio para el entierro", relata y explica que también prepararon una comida de estilo uygur para todos los aldeanos.

Hou nació y creció en esta localidad, después de que sus padres emigrasen en 1961 desde la provincia de Gansu. Como otros residentes, viven de cultivar arroz y algodón.

En 2010, cuando estaba buscando trabajadores a tiempo parcial para cosechar el algodón, conoció a su mujer, Meriyem Hupur, y se enamoró de ella, que es de etnia uygur, a primera vista.

"Me pagaba el doble de sueldo que a los demás", recuerda con una sonrisa Meriyem. La pareja tiene dos hijas.

Los padres de ella se opusieron al matrimonio por la diferencia de costumbres y de religión, pero la mujer tomó su tarjeta de identidad y su registro de residencia para casarse en secreto con Hou.

Para mostrar su disconformidad, los padres de Meriyem no acudieron a la ceremonia.

Su actitud cambió cuando nació la primera hija del nuevo matrimonio.

"La gente uygur tiene la tradición de cuidar de sus hijas y sus bebés recién nacidos. A mis suegros les encantan mis hijas", señala Hou, que explica que los visitan a menudo.

Hou respeta las creencias de su mujer, como ingerir alimentos halal y celebrar fiestas como el Eid al-Fitr.

Meriyem dice que no intervendrá en las decisiones de sus hijas sobre sus parejas. "No importa de qué grupo étnico sean sus maridos, está bien siempre que sean felices", manifiesta.

El año pasado el gobierno del poblado organizó la reparación de la carretera que conduce al cementerio y el camino recibió el nombre de "Minzutuanjie", que significa unidad étnica.

"Muchos aldeanos, incluido un hombre uygur de 90 años, vinieron con palas y se ofrecieron a ayudar", relata el jefe del Partido Comunista en Qiman, Li Chunlin, que agrega que pronto se construirá una sala para que los uygur puedan realizar las abluciones para sus funerales.

"Aunque mantenemos costumbres diferentes y tenemos distintos estilos de tumbas, somos vecinos fraternales, muertos o vivos", afirma.

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ESPECIAL: Tumbas y rituales funerarios de etnias han y uygur coexisten en cementerio de noroeste de China

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URUMQI, 5 jul (Xinhua) -- A la entrada de un pequeño pueblo en la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China, hay un cementerio lleno de tumbas de diferentes estilos: unas son túmulos con una lápida delante y otras tienen forma rectangular y techos decorados con azulejos.

Este es el cementerio de la aldea de Momatereck, en el poblado de Qiman, en la que conviven residentes de cinco grupos étnicos, la mayoría han y uygur, en 380 hogares.

"Comemos, cultivamos y bailamos juntos en vida y descansaremos en paz unos al lado de los otros tras la muerte", afirma uno de los habitantes de la aldea, Tursun Niyaz. "La muerte no nos separará", declara.

Además de tener estilos de tumbas diferentes, los han y los uygur también siguen rituales funerarios distintos. Estos últimos, que son en su mayoría musulmanes, envuelven el cuerpo en una sábana blanca, lo llevan a una cueva subterránea y hacen el entierro mientras los imanes rezan.

Los han tradicionalmente amortajan el cuerpo, lo ponen en un ataúd y lo entierran en un foso dejando un túmulo para que los familiares lloren al fallecido. No obstante, dada la escasez de terrenos, actualmente la mayor parte de los cuerpos son incinerados.

Otro de los residentes de la aldea, Hou Zuoyan, de 36 años, recuerda cómo fue el entierro de su tío, que murió en un accidente de tráfico en 1995.

"Los vecinos uygur caminaron dos kilómetros por un camino lleno de lodo para llevar el ataúd al cementerio para el entierro", relata y explica que también prepararon una comida de estilo uygur para todos los aldeanos.

Hou nació y creció en esta localidad, después de que sus padres emigrasen en 1961 desde la provincia de Gansu. Como otros residentes, viven de cultivar arroz y algodón.

En 2010, cuando estaba buscando trabajadores a tiempo parcial para cosechar el algodón, conoció a su mujer, Meriyem Hupur, y se enamoró de ella, que es de etnia uygur, a primera vista.

"Me pagaba el doble de sueldo que a los demás", recuerda con una sonrisa Meriyem. La pareja tiene dos hijas.

Los padres de ella se opusieron al matrimonio por la diferencia de costumbres y de religión, pero la mujer tomó su tarjeta de identidad y su registro de residencia para casarse en secreto con Hou.

Para mostrar su disconformidad, los padres de Meriyem no acudieron a la ceremonia.

Su actitud cambió cuando nació la primera hija del nuevo matrimonio.

"La gente uygur tiene la tradición de cuidar de sus hijas y sus bebés recién nacidos. A mis suegros les encantan mis hijas", señala Hou, que explica que los visitan a menudo.

Hou respeta las creencias de su mujer, como ingerir alimentos halal y celebrar fiestas como el Eid al-Fitr.

Meriyem dice que no intervendrá en las decisiones de sus hijas sobre sus parejas. "No importa de qué grupo étnico sean sus maridos, está bien siempre que sean felices", manifiesta.

El año pasado el gobierno del poblado organizó la reparación de la carretera que conduce al cementerio y el camino recibió el nombre de "Minzutuanjie", que significa unidad étnica.

"Muchos aldeanos, incluido un hombre uygur de 90 años, vinieron con palas y se ofrecieron a ayudar", relata el jefe del Partido Comunista en Qiman, Li Chunlin, que agrega que pronto se construirá una sala para que los uygur puedan realizar las abluciones para sus funerales.

"Aunque mantenemos costumbres diferentes y tenemos distintos estilos de tumbas, somos vecinos fraternales, muertos o vivos", afirma.

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